lunes, 8 de junio de 2009

MICRO-RELATO. DECISIÓN

Frente a la inmensa superficie de plata iluminada por una hermosa y brillante luna le confesó que todos sus deseos estaban a punto de disolverse, también le contó que su sueño del alma, salvarse de la estupidez del mundo, se cumpliría muy pronto. Él la miró impasible, tal vez la comprendió, o tal vez no, más continuó escuchando a su lado y se deleitaron de aquella melodía bruja que entre el viento y la arena surgía. La sincronía perfecta, el aire con su silbido haciendo danzar su melena rubia y él impasible continúa a su lado, tal vez contemplándola, o tal vez no. Vuelve a dibujar las huellas de sus diminutos pies sobre el jable y algunas voces se empiezan a borrar, las demás se alejan hasta silenciarse tras los edificios, tan sólo unos seres que gesticulan sin expresar absolutamente nada y que acaban desdibujándose ante sus ojos. Ya no advierte la presencia de los niños jugando tan ajenos como ella en ese instante, ni ve a los jóvenes perdidos en los sueños que deben acabar para mañana, ni a los adultos absortos en las ilusiones que quedaron sin terminar, ni siquiera se percata del tambaleo de los ancianos pretendiendo recordar alguna quimera o tan solo una realidad. Sólo la imagen nítida de una mujer extravagante, con atuendo circense y aires de diva del trapecio, la única realidad que al pasar sonríe. De nuevo se para fijando su mirada en el horizonte y el escenario de plata se ondula incitándola a subir, la ostentosa y nacarada luna llena alumbra sus pasos firmes y decididos hacia su última actuación. A él le dedica una sonrisa serena y dulce arropada por la más apacible y profunda mirada, y mientras, se aleja interpretando la despedida más bella y apoteósica. Él quiere retenerla y amarla, o tal vez no.
Pepa Marrero
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