miércoles, 18 de marzo de 2009

POR SI NO LO SOÑÉ

Mientras esperaba por ella, como cada tarde de la semana en que tenía turno de mañana, la chica que trabaja en la cafetería del instituto se sentó a su lado en aquel banco viejo de madera que le había visto enamorarse, soportando los juegos adolescentes en los que ella le decía siempre, quita tonto, mientras unas carcajadas infantiles anulaban aquel tramposo imperativo y él acertaba su traducción con una habilidad y un talento que de haberlos aplicado al inglés otro gallo le hubiera cantado, pero era interpretando sus contradicciones donde se había especializado y jugando torpemente ya bastante enralados, acababa agarrando sus manos tal como ella le había pedido, entre frases bobaliconas y una complicada coreografía, de repente y sin saber cómo, se veían abrazados, colorados, y sin la más remota idea de qué hacer, luego se sumergían en un balanceo interminable. Pero ella no era aquella chica de quince años, con leotardos y falda a cuadros y de tablas, aunque sí tenía sus gestos desafiantes y tentadores, y también su olor a lip gloss de fresa jugosa y transparente que hacía tan apetecibles aquellos incitantes labios. Se sintió confundido cuando sus ojos se dejaron guiar por aquella mirada juguetona e inexperta, y ya no tuvo poder sobre sus pensamientos, el hechizo de aquella belleza fresca y diabólica le perturbó hasta tal punto que ya no supo si había soñado que era un hombre de treinta y dos años, que esperaba a que su novia saliera del bufete donde estaba trabajando desde hacía un año y poco, con la que iba a casarse dentro de tres meses después de ocho años de noviazgo, con la amistad y la complicidad que una buena relación conlleva y con la que había quedado para ir a poner la lista de boda en unos grandes almacenes, o si lo que había soñado era que se había liado con aquella muchacha en aquel banco. Eran las diez y cuarto de la noche y María siempre salía del trabajo a las siete de la tarde, con la mirada perdida y los pensamientos atropellados, decidió ir a su casa y empezó a escribir una carta. Al día siguiente en la portada del Canarias 7 se podía leer: un hombre de treinta y dos años se tiró al mar por la zona conocida como punta camello, sus padres encontraron una carta dirigida a su novia en la empezaba diciendo: "por si no lo soñé, y pasaste mientras…

Pepa Marrero